Yo decidí usar mi blcak berry, sorteando uno que otro ser que entorpecían la buena visibilidad. Era decidir por el alimento que llena los ojos, la lujuria, esos minutos de instinto animal que hay que atender para estar tranquilo.

No puedo decir que no caminaba mirándola e imaginándola a mis pies, atenta y diligente a mis requerimientos amatorios, en todas mis exigencias conocidas y por innovar. A cada contonéo de esas caderas amplias, mi mente perturbada la deseaba, disimulando con el desvío de mis miradas, y esquivando los seres que cada vez más esporádicos encontraba. Faltaban dos cuadras y se me perdería en la concurrida avenida, y además, si no coincidíamos, yo me iría rumbo al banco de Comercio.

Volteó y dijo: !Tío!... !Que gusto verte! Pensé que era un sátiro, un violador o un enfermo que me andaba siguiendo hace unas cuadras. Pensé que hablaba con alguien, atrás mío, y miré de reojo. !Tío! Soy tu sobrina Fiorela. Soy hija de tu hermano Alberto. !Uf! Si fuera así, sería un bochorno carajo, pensé, guardando mi black berry y sus imágenes. Entonces me pareció sentir que venía el tsunami.

Bajó la velocidad del paso y yo no podía hacerlo por verguenza, de fizgón atrevido e impertinente y lujurioso. En la penumbra de esos metros, a la altura de una caseta de serenazgo, se detuvo, volteó, miró y sentí una contundente caricia en el estómago. Era frío, metálico y profundo. Sentí un zacudón. !Tsunami! !Tsunami! gritó, y se fue corriendo como el viento tibio del verano, que se lleva algo. ............
Enviado desde mi BlackBerry de Claro. Fotos de internet
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