Hace de todo, no pitea por nada

Hace de todo, no pitea por nada
este es el testigo y cómplice

viernes, 29 de abril de 2011

La Chica bonita del maní

Maní, maní, maní
Habitas saladitas y crocantes
Sube diciendo la nena, que se viste como la muchacha que es
con algo de sudor por este furibundo sol que quema y achicharra y la deja su piel color de su maní confitado.

Lleva el encanto y caminar de una fémina
dulce y enamorada
se menea toda ella
sabiendo de su gracia y sus proporciones
y las miradas la siguen y persiguen
Los hombres, animales, la deseamos
Ellas ven su tesón, coraje y entereza

Con su brazo izquierdo se sostiene a la vida risueña, encaramada a sus problemas
con el derecho que se merece
y le reclama a la vida
sostiene la fuente con palomitas de maíz
que volar quieren a las bocas
por cincuenta centavos
Unos manís confitados
producto, dicen, de una mujer enamorada
Unas habas saladitas que se ven crocantes
y nos miran queriendo ser trituradas
en estos descomunales molinos

La encantadora vendedora
Se ha ruborizado cuando le he dicho
que es más dulce que todo el maní confitado del mundo
Y juro que hubiera querido llevármela


Las miradas la persiguen en el pasillo del microbús
aún cuando baja de la 73
Ella se lleva muchos ojos, muchas miradas
Aunque yo me la llevo en mi blackberry

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domingo, 24 de abril de 2011

El cadáver del muerto


Casi no tenía espacio en mi blackberry, pero logré grabar el cadáver en el paradero de La Pascana, tendido a media pista y cerca al puente peatonal. No había sangre y sí una cúster abollada y vidrios hecho añicos, así como mirones en derredor del muerto.
Al costado, quien debió ser el piloto, en estado de shock; y frente al ser inerte, de rodillas, sin habla y pálida, ida y gélida,quien debía ser familia. "Es su pareja de la lesbiana" Pero chiquillas? Alguien preguntó en el barullo del gentío. !Yo que mierda sé carajo!, dijo el que aseveró, fizgoneando imperturbable. !Uf! que falta de tolerancia, añadió alguien que debió ser universitaria. Y siguió el cuchicheo de todo tipo.

Al día siguiente saldría en un diario chichero: Jóvenes inconformes con su sexo fueron atropelladas en Comas, cada vez son más del gremio, rezaba el subtítulo.


En el puente peatonal, dos mujeres mayores lanzaban unos granos, parecidos a palomitas de maíz, pero las que lanzaban, lentamente caían y tomaban extrañas y caprichosas formas, maravillosas, fantásticas; yo mismo me quedé perplejo, lelo de ese arte, artilugio, magia o no sé como llamarlo. Parecían vestidas de túnica blanquísima, como los israelitas que se les ve por todas partes, como actores de semana santa, como... Como, como si fueran angeles... Pero angeles en el puente peatonal de la Pascana?en Comas?... !no jodan!


Uno de los ángeles se parecía a ella.

No sé como bajaron pero estaban junto al cuerpo inerte. La tocaron y acicalaron y la gente seguía muda. Ella no se levantaría. Un extraño tul blanco, pulcro, la cubrió. Se levantaron y cargando un niño se marcharon esas dos mujeres, hermosas señoras, inimaginablemente lindas, y se perdían mientras se oía lejanamente a los bomberos y una ambulancia.

!Oe!... Mira el cadáver del muerto, dijo alguien.
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Foto e imagen de internet  D.R
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viernes, 22 de abril de 2011

Maldito Viernes Santo

El corazón de los cristianos este día culmina con la tristeza y la procesión del Santo Sepulcro. La plaza de armas muestra su hermoso paisaje nocturno. Las luces destacando la maravillosa arquitectura de la catedral, Palacio de Gobierno, Municipalidad de Lima y otros.


El primer año que asistió en Semana Santa le robaron la billetera con todos sus documentos, y algo de efectivo. Lo que más le jodía eran los documentos; por los fastidios de tiempo, trámites, dinero e imposibilitado de hacer la vida normal. Hoy en día las tarjetas le daban comodidad y seguridad para sus compras y escapadas furtivas.

Fue durante la procesión cuando se acercó al anda y entre el tumulto se hacía camino. Tocó el anda, se persignó y pidió por la familia y que el gobierno de turno lo mantuviera de funcionario público.
La enorme mujer que estaba detrás de él le codeó con fastidio, pero sonrió cuando Mateo como caballero le mostró los dientes. A la mujer se le apagó la vela, y las de sus lados comedidas se lo prendieron. Por un segundo pensó que una de ellas era una simpática vecina del barrio.

Entregó a su mujer una flor y se marcharon a casa, donde pagó al no encontrar la billetera en el bolsillo posterior del pantalón. El lamento y la cólera estaban de más.


El segundo año también fue víctima de un robo de otra billetera de cuero, con documentos y tarjetas. Hace un año que fue a la procesión del Viernes Santo, Santo Sepulcro. El enorme y luminoso ataúd, apesadumbrado caminaban los feligreses. La banda de músicos lo hacia más triste. Mateo guardó la cartera entre la correa y su notoria barriga, a un costado del ombligo.


Acompañaron una eterna cuadra, con la lentitud de la esperanza del pobre. Mujer del brazo, primero, y luego adelante cuando al oido su mujer le dijo que había sentido un manoseo entre las piernas . Allí nomás fue que sintió que por dentro del pantalón caía algo. Apretujado e incómodo intentó sostenerlo. Las mujeres de adelante y la pareja de atrás no podían evitar el remolino lento y soporifero. Intentó voltear, imposible. Todos rezaban y murmuraban. El resto los arrastró un poco y luego salieron. A quién echar la culpa. Atrás quedaron viendo el mar humano con su lento caminar.


El tercero y último año regresó para "atraparlo" y no le robaron. Llevó a su hijo, su yerno, un amigo fortachón y advirtió a un policía de la plaza para que no lo perdiera de vista, "por estas temporadas la delincuencia crece", dijo y grabó en su celular algunas imágenes.


Había mucha gente, gente con fe, y muchachas con sus parejas, con amigos. Y la cucufatería que no falta. Pero...No le robaron.
Comieron anticuchos, dulces, fueron al cerro San Cristóbal y luego a casa, rieron duro y se burló de lo que le haría al ratero de encontrárselo.

Llegó a casa, abrió la puerta y prendió las luces. En fila, admirados se detuvieron. No estaban los artefactos que estaban a la vista y a la mano, y el alboroto era visible. Sólo el gato Maik el atrazador, se estiró al verlos. !Ah!, y encontró el silencio y sus billeteras con todo sus documentos sobre la mesa del comedor.


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domingo, 17 de abril de 2011

La banda

Era fiesta, de hecho. Sino q hacían un domingo, cinco bandas de músicos, 5 yunzas y como dos mil personas en un local de los huatinos.
Llegué acompañando a Marco, con quien ya teníamos unas botellas adentro, consumidas en El Andén.
Cada banda era una ejército de músicos, 25 aproximadamente. Se diferenciaban por las camisas. A un extremo una de ellas tocaba a todo pulmón, pero se perdía y confundía y tocaba a la que teníamos a un costado. Sabían su negocio y la gente bailaba y bailaba. Nadie estaba sobrio, menos los q se iban, pero sí los que llegamos, bordeando las 9 de la noche.

Desde q entramos, una banda era la dictadura. Eran imparables, ni para sus necesidades fisiológicas: 10, 20, 30, 40 minutos, la gente pedía otra banda, otra música, otros músicos.
La banda de mi otro costado ya quería tocar, porque la gente lo pedía, pero su timorato y menudo director no sabia ordenar a sus músicos -quienes esperaban las órdenes- aunque, alguno de ellos, borracho ni obedecía por seguir tomando. Mientras, la última yunza a jalones de sus ramas se tiraron abajo y se generó una trifulca por ganarse los objetos que colgaban.
Un trombonista de vara se sumó solidariamente, también un bombista.
- Estos carajos ya cobraron y no dejan tocar a otro. Que mierda se creerán, dijo algún borracho, molesto pero sin dejar de bailar. Las cajas de cervezas vacías se amontonaban por docenas en la pared donde nos apoyábamos. Los baños inundados y la de mujeres con sus colas interminables.

Atento y preocupado se sumó un tipo con mochila negra a la espalda. Qué pasa carajo, dijo balbuceando. Dobló su brazo por el hombro, abrió sin mayor dificultad el cierre -excepto por la cara deforme que puso-. Ante la mirada de muchos que protestaban y otros seguían bailando, sacó dos enormes platillos. Mochila abierta, el platillero desconocido se quedó delante de los indecisos músicos, y parándose con dificultad, chasqueó los platos con ritmo y despertó a los músicos, quienes empezaron a seguirlo -con el pie se daba el compás- y el director entrando al ritmo indicó un tema y se armó la bulla de ese ejército musical.

Marco bailaba con cerveza en mano y muchos celebramos y apludimos y bailamos y chupamos y seguimos bailando..

Ya se habían bajado a jalones y empujones la segunda y tercera yunza.



10, 20, 30, 40 minutos, nosotros ya estabamos más borracho, y las otras bandas querían tocar.
El borrachín de la mochila negra cogió sus platillos y se fue rumbo a la otra banda y ...
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Foto de internet D.R


Esta  no es la foto de esa fiesta, había más gente y yunzas.

miércoles, 13 de abril de 2011

El olvidado

Juan y Olivia se conocieron en la universidad, en la clase de bioquímica con el profesor Alberto Espinoza, quien les sonrió desde entonces y congeniaron mucho, y estos universitarios se hicieron pareja.

Vivían o convivían en una casa alquilada, pues ambos eran del interior del país, era un motivo de compartir todo para sobrevivir mejor..

El profesor los frecuentaba y una tarde Juan regresó de clases y en el extraño silencio los encontró en la habitación en sicalipicos movimientos, en espasmos de pasión. Se quedó mirándoles absorto por unos segundos, si no fueron minutos, como un grandísimo terremoto, pero ellos ni se inmutaron. Eso era su peor dolor. Se fue al auto de la cochera y de un tiro se fue de esta vida. Sin ceremonia, sin pasaporte, sin aviso.

Ellos se sacudieron de la vida, cenaron y ante la ausencia de Juan, Alberto y Oliva
partieron por los dos meses de vacaciones del profesor, que la felicidad les obligó ampliar y con argumentos justificar un mes más. Y quedó el año sabático para realizar una investigación que luego seria un libro.

Al salir de la casa treparon al auto de Alberto que esperaba en la puerta. Sólo al salir notaron la puerta abierta de la cochera y sin ver adentro con el control remoto del carro lo cerraron. El maltratado portón levadizo rechinó y quedó mudo.

No llegarían a la casa olvidada, ni sobres, avisos, volantes y todo tipo de publicidad. Recibos del agua y luz, sobres de navidad por la familia de Juan -después de muchas navidades- y de Oliva. La dirección estaba mal emitida por el municipio... La dirección estaba olvidada.

La nota que dejaron al salir de la casa nadie la leyó, solo el alma de Juan, tiempo después que salió a recorrer sus pasos andados...

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Foto adoptada: D.R Internet

lunes, 11 de abril de 2011

Los huevos vibradores

Creo q desde q aparecieron los cels, la mayoría de las veces lo he usado en vibrador, así sean modernos como este inquieto blackberry, por muchas ventajas desde que, en las reuniones no perturbaba, hasta la discreción para ciertos momentos íntimos fuera de lo legal.

Señor, sus testículos están pataleando o son epilépticos? Me dijo una señora en el microbús cuando el celular recibió una llamada.


En otras elecciones presidenciales, no se usó mucho las redes sociales como esta vez. Puse filtro, pero aún así, saturaban por cientos los correos. Desde amigos pasando por desconocidos. A algunos les contesté de mal humor, y peor si estaba con unas chelas encima.

Mensajes, unos con puro texto, otros más elaborados con imágenes de todo tipo, incluso con gráficos estadísticos y caricaturas. En Face, Sonico, .... Había una avalancha de mensajes. Los candidatos ofrecían todo, hasta la vida por un voto... Eran capaz de ofrecer su alma. Será porque vemos q fácil se la llevan, se acostumbran a ser mantenidos, truhanes, lobistas, corruptos, etc., con honradas excepciones.

De un bolsillo a otro, he cambiado el cel, evitando radiaciones peligrosas (dicen q no debemos usar por mucho tiempo en un mismo lado). Lo que sí, en el pecho para nada lo uso, porque me jode el corazón.

"Señor, su gallito está cantando" o, al toque de una corneta a la altura del bolsillo delantero: "señor el soldado está despertando?". Yo solo dije, "No señora, es la hora de la corneta". Y ella se ruborizó. Por eso también lo uso en vibrador.

Los mensajes los recibía a toda hora, incluyendo en las madrugadas, donde el celular no estaba en el bolsillo, pero parecía un mozcardón noctámbulo. Nadie quería quedarse, si se ganaba en primera vuelta (aunque era un imposible x la cantidad de partidos), por último y de consuelo era pasar a segunda vuelta. La desesperación los cubría a todos los candidatos y desesperados invadían el ciberespacio, con mensajes a cada segundo. No había batería q aguante un día.

Pero... por eso creo q nunca, como en esta elección, el huevo me ha vibrado tanto.

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viernes, 8 de abril de 2011

Por los huevos de PPK

Al día siguiente no fui al trabajo. Los huevos de PPK estaban estrujados y maltrechos.


Después de tanta propaganda política, el ambiente estaba saturado. Se respiraba a propaganda por radio, tv., periódicos, internet, afiches, banderolas, letreros, volantes, altoparlantes, avionetas, paredes, cerros y cuanto medio se les ocurriese.


Era la fiesta de cierre de campaña de las elecciones de PPK y en la manifestación grité a todo pulmón, incluso como huevón, pero estaba eufórico y era por algo seguro. Cargamos, banderolas, bombos, avellanas, matracas, pitos y mucha pica pica. Estuvo el Grupo 5, La Tigresa del Oriente y otros, animando la fiesta de la democracia. La plaza San Martín era un loquerío, antes, durante y después.


Ahora, como chisme de la Urraca, saben que soy peladito y desde muchacho lo fui, creo que por herencia, mi padre también lo fue, y nunca hice nada o me llegaba para hacer algo por evitarlo. Me decían en algunas conversas que era un peladito simpático, agraciado, y con pelo no seria igual y sugerían que siguiera así. Y así es.

Terminamos celebrando y bailando en la modesta casa de una dirigente en SJL. Pero ahora recuerdo que fui allí y no a otro sitio -que fueron muchas casas en Lima- donde se celebraba el éxito de la manifestación y augurando pasar a la segunda vuelta. Con quien fuera ganaríamos por los buenos comentarios que circulaban en todas las redes sociales y el comentario de la calle.
Había una morena, una negrilla que me miraba y la pesqué en esas, mirándome. "Aquí está mi presa". Entonces las miradas se cruzaban como perros callejeros -que fea comparación- y hasta intercambiamos gestos, luego comentarios sueltos y frases e interjecciones, cuando la manifestación o la multitud lo hacía, o en el bus que nos llevaba a la zona, entre bullerío y chongo con las banderolas que salían por sus ventanas.


Bailamos y sacaron cervezas en plena ley seca. Primero con discreción y luego sin importar nada. Conversamos en grupo, reíamos y festejábamos cada gracia, de donde viniera. Todo sobre el mitin de cierra de campaña, imaginamos el Peru con PPK, etc. Yo ya alucinaba con la negrilla mientas la cerveza hacía lo suyo. Cada vez que hablaba me miraba, escuchaba y auscultaba. Comentaron de la atrevida señora que tomó de las criadillas a PPK y rieron todos, coincidieron que eso, fue una subida de popularidad del candidato y parte del éxito. Ella entonces como un gato atisbó y cual felino atrevido repitió la escena de PPK


Me cogió firmemente de las criadillas y pronunció esas palabras mágicas
Yo sé lo que son los peladitos y no soltó mi pepecuy


Todas se miraron en silencio. Y en un lenguaje no verbal se pusieron de acuerdo y...


!Que viva mi pepecuy!
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miércoles, 6 de abril de 2011

El Velorio

Por qué siempre tengo que contar estas cosas, dijo gabriel:
Me había odiado tanto, o, nos habíamos detestado tanto, que después de tantos años de compartir el mismo techo, los tres recientes años, nos encabritamos en silencios venenosos y miradas filudas.

Salió de la ducha y yo entraba, un silencio de miradas y terminamos abrazados compartiendo el dolor y un sollozo que sentí el consuelo de dos seres humanos. Me apretaba contra su cuerpo en piel de melón y mi torso sediento de agua con mi toalla a la cintura que se caía, en algún punto, en algún segundo, se quebró la razón. El silencio sepulcral de la casa la asustaba.

Mi hermano falleció y todo lo concerniente al sepelio era duro, y casi no hubo tiempo de hablar de ello con la familia de casa. Casi de inmediato nos abordaron familiares, amigos, compañeros de trabajo de ellos y de nosotros. En fin, fue todo un alboroto.

Aquel abrazo me hizo sentir, todo eso que compartimos los seres humanos cuando recibimos esa caricia positiva, ante una desgracia. Un fuerte abrazo, de esos que aprieta y pulveriza porcentaje importante de calma, tranquilidad y amor entre los seres humanos que se solidarizan en momentos duros como estos, cuando se muere un familiar, en este caso su esposo, mi hermano mayor.

Ese abrazo traía frescura y el cuerpo húmedo, mojado... Entonces creo, por experiencia, que el dolor muy grande se calma y se calma con una pasión impensada, -intensa, muy intensa-, que sucede inesperadamente, no preparada -son endorfinas hechizas-. No sé, y creo que no supimos, cómo llegamos a besarnos; cómo llegamos a lamernos de pies a cabeza sin dejar un punto sin explorar hasta la agonía, en la casa ahora, silenciosa, solitaria y lúgubre.

Nunca supe qué pensamos ese momento, ya no la he vuelto a ver -y preguntarle ciertas cosas- por la cantidad de veces que la he soñado y deseado.

Antes de irse, de vestido largo, suelto y negro, como nuestra mente y nuestra conciencia, lo hicimos por ultima vez, con pasión, -?con arrepentimiento del tiempo perdido?- y por contranatura, con odio.
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Pintura corpora D.R (internet)

lunes, 4 de abril de 2011

Bifurcación

Siempre hay que decidir por algo, siempre en la vida hay que tomar por una opción, decidir. Estaba caminando, atrás de ellas hasta que llegamos a la esquina. Una seguía por la avenida Brasil y la otra se desviaba por Colombia. Por Brasil iban 35 años aproximadamente y por colombia 19 joviales y venturosas ilusiones -impacientes de conocer la vida, el modelaje, la farándula, la vida de grandes y famosos- y con poco recorrido, en esta vida de altibajos.
Yo decidí usar mi blcak berry, sorteando uno que otro ser que entorpecían la buena visibilidad. Era decidir por el alimento que llena los ojos, la lujuria, esos minutos de instinto animal que hay que atender para estar tranquilo. Caía la tarde, con las ganas de trabajar con el bochorno de marzo y las noticias que en unos minutos llegaría el tsunami, del maldito terremoto de hace unas horas en el lejano Japón. La gente de playa y nuestro litoral estaba expectante, con los comunicados de la Capitanía del Callao. 35 años, espectaculares piernas y nalgas -enfundadas en un pantalón blanco ceñido que dibujaba su cuidada figura -que podría ser una modelo de barrio-, aunque de talla media o baja para mi gusto.
No puedo decir que no caminaba mirándola e imaginándola a mis pies, atenta y diligente a mis requerimientos amatorios, en todas mis exigencias conocidas y por innovar. A cada contonéo de esas caderas amplias, mi mente perturbada la deseaba, disimulando con el desvío de mis miradas, y esquivando los seres que cada vez más esporádicos encontraba. Faltaban dos cuadras y se me perdería en la concurrida avenida, y además, si no coincidíamos, yo me iría rumbo al banco de Comercio.

 Volteó y dijo: !Tío!... !Que gusto verte! Pensé que era un sátiro, un violador o un enfermo que me andaba siguiendo hace unas cuadras. Pensé que hablaba con alguien, atrás mío, y miré de reojo. !Tío! Soy tu sobrina Fiorela. Soy hija de tu hermano Alberto. !Uf! Si fuera así, sería un bochorno carajo, pensé, guardando mi black berry y sus imágenes. Entonces me pareció sentir que venía el tsunami.

Bajó la velocidad del paso y yo no podía hacerlo por verguenza, de fizgón atrevido e impertinente y lujurioso. En la penumbra de esos metros, a la altura de una caseta de serenazgo, se detuvo, volteó, miró y sentí una contundente caricia en el estómago. Era frío, metálico y profundo. Sentí un zacudón. !Tsunami! !Tsunami! gritó, y se fue corriendo como el viento tibio del verano, que se lleva algo. ............

Enviado desde mi BlackBerry de Claro. Fotos de internet