Hace de todo, no pitea por nada

Hace de todo, no pitea por nada
este es el testigo y cómplice

domingo, 4 de septiembre de 2011

Mefistófeles el verdulero



Hoy no he vendido nada... nada que me sirva. Si estuviera el diablo haría un pacto xa q no falte verduras frescas q vender y tener billete q llevar a mi casa y no les falte comida y pagar estudios a mis hijos. Y no tener q ir a la Parada cada madrugada cansado o muriendo d frío o enfermo y adolorido !Mierda! -terminaba el día hablando solo-.


Aquel día q no vendió ni mierda, pidió a quien fuera, maldiciendo su suerte, incluido el demonio, dinero xa comprar verduras en la Parada y poder dar d comer a su familia.


Xla tarde, como siempre, desechó las lechugas, coles, cebollas chinas, el apio, la yerba buena, el culantro, el peregil, la albahaca, y el huacatay: tadas marchitas. Ni los animales logrAn terminar. Cansado y con las preocupaciones xa el nuevo día comió algo y se tumbó a la tarima a cobijarse y a tEner sus extrAños sueños. Las ventas eras esquivas y las verduras no eran de las mejores !Maldición!

Quién es usted señor y qué quiere...
Quiero hacer negocio contigo. Ser socio en la venta de verduras. Produciré tu huerto, loq venderás cada día, le dijo el tipo y agregó como azúcar al café: Me llevarás en el mismo corazón, y cuando te necesite o si no cumples este acuerdo, adelantaré tu cancelación en esta tierra qno te quiere. O, me quedo en tu reemplazo...
?Qué?



Al alba y con el rumor de los carros xlas avenidas Trapiche y San Felipe, sintió q sí le acompañaban las preocupaciones del nuevo día. Vio q donde había botado siempre las verduras: frescas y con el rocío de la mañana oscura y fría estaban -en ese otrora huertillo apoderadas xla hiervamala- como esperando ser cogidas y llevadas el mercado de Caquetá y ser vendidas, sobre todo, para los restaurantes.
Benditas verduras...

Sus hijos, crecieron y se fueron a trabajar en diferentes labores modestas y le mantenían al papá. Pero él siguió cosechando, sabiendo qle quitaba el trabajo y la comida a otro ser humilde, pero, egoista construyó una casa grande y con lujos -sin tocar la productiva huerta-.
Una mañana, como siempre, al levantarse temprano, vio esta vez vacía la huerta. Los gallos cantaban y se alborotaban las gallinas, el Churcho ladraba y se desperezaba, el cielo oscuro como cada madrugada del invierno q mordía suS huesos. Y Anita, la escultural muchacha, q le daba la primera fAbulosa noche de placer como su futura mujer, dormía tranquila, desnuda...



Triste, extrañado, y luego colérico, maldijo la huerta y a todas las verduras q lo habían abandonado.... cuando llegaba desde lejos, desde lo muy profundo de su ser, un zumbido -no era un mozcardón- q fue sintiendo en su corazón y se fue acrecentando como un olvidado dolor en el pecho,,,, en el corazón... En el mismo corazón, q lo empezó a asfixiar. Era un dolor endemoniado.
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Enviado desde mi BlackBerry de Claro.

Foto de internet D.R

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