Debimos habernos gustado mucho, amado en silencio y deseado a morir. Y quedó lapidado todo ello, más nuestros caprichos, los de ella más que los míos; pero al final, fue una locura... una tierna y loca historia. Pudo ser, tal vez, un estúpido capricho con fatales consecuencias.
Ella de las afueras de la ciudad, perfil bajo, sencilla, sin mucha educación q su secundaria, pero con más dinero la familia, y sí, caprichosa y soñadora. Yo, de la ciudad, popular y amiguero en el colegio, familia modesta y muchos proyectos.
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Internet: Cuerpos pintados D.R |
En el colegio ella pasó desapercibida para mí. Ella supo de mí y de un amor, su amiga.
Ya en Lima, "nos" volvimos a ver, en veredas diferentes de poder económico. Fallidos encuentros y otra vez el silencio. Coincidencias, encuentros y renació o nació -según el lado- o afloró esa pasión congelada.
Noches y días de locura y pasión. Noches y madrugadas de alegría, descontrol y bebida. Ella intentaba rehacer, con poca fortuna, su destrozado matrimonio. Yo al borde del abismo con el mío, lo perdería en esas andanzas.
Ya no eramos chiquillos de cuando alguna vez nos hubiéramos cruzado furtivas miradas. Era o no, estaba propuesta la decisión. Ella decidida, si yo la acompañaba en este proyecto de vida. Sus hijos con nosotros, y los míos, donde ellos quisieran.
Eramos dos mundos, con raíces y pasado muy parecido, pero con un presente diferente cultural, académico y socio-económico. El amor era el nexo o la unión, un capricho o una historia de deseo que había q completar. Si no, iba a estar como las almas en pena, perdidas, q no descansan en paz y deambulan -a veces, eternamente-.
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Obra del pintor Guayasamin |
!No lo sé!
O, no lo recuerdo...
Sólo recuerdo que es un bello, tierno y ya un osado recuerdo...
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Enviado desde mi BlackBerry de Claro.
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