Qué, me dije, mirando a discreción, a ambos lados, apoyado al auto...
Hasta 200 te puedo dar, añadió.
Calles de San Isidro. En sus penumbras se escondieron |
!Carajo!, eso lo saco en una semana. Toqué mi celular en el bolsillo del pantalón.
Vamos, !decídete! Que no tengo el humor y la paciencia... y menos el tiempo. Parecía q ella estaba nerviosa, o yo, o ambos. No hubo tiempo para precisarlo, y creo q no importó.
El carro, estacionado en la penumbra de la av. Dos de mayo -volteando Arenales para Arequipa- no permitió ver el rostro, menos el cuerpo; pero resaltaban las luces de los controles en el tablero del carro.
Pasan los escasos carros de viernes, nueve de la noche.
Tenía dos horas para la chupa con los patas de la universidad. Era una interesante y atrevida manera de hacer hora. Todo dependía de él.
No tenemos que hablar, y mejor si no nos conocemos. Estoy sola en casa, pero estas cosas es mejor hacerlas afuera, dijo reflexionando. Siguió el carro y pasamos por calles tranquilas y luminosos hoteles. Me extravié y confuso entre mirarla, escucharla, la música, las bonitas y ordenadas calles. Bajó la velocidad y adelante se abrió una puerta por donde ingresó el carro.
Había un discreto movimiento y ella caminó segura y subimos al segundo piso. Al fondo de la casona, elegante y una habitación, que tenía de todo, de todo, me di cuenta a los minutos.
A un novedoso sonido, contestó su celular y conversó brevemente con discreción y algo nerviosa. Se tocó el cabello y luego se acarició el derrier, como mimándose o preparándola. Volteó, y recién vi el rostro de la mujer madura, mestiza, bien vestida y pintada y perfumada. Entonces, tocándose la sien, fue y bajó la llave de luz, y volvimos a la penumbra, que no me dejaba.
¡Putamare...!!! Qué se supone que debo hacer, si prefiere el silencio y el anonimato. No puedo llamar a mis causitas por algún consejo, al final, a ninguno de los huevas les escuché hablar de ésto. Yo jugueteaba con mi blackberry en la mano izquierda.
Allí hay batas, si quieres, aunque te prefiero en cueros. Debió ser un buen cuerpo hace muchos años, pero, en fin, ya estaba en el cuento.
Sé que se alteró hablando y sólo percibí lejanamente "que carajo crees que hago si no me tocas, mientras otras sí son bien atendidas. Tengo mi plata y no jodas...". Hubo un silencio.
Mientras buscaba un canal de adultos la vi cruzar por el pie de la cama rumbo al baño y gocé de ver una mujer madura y de cuerpo fuerte y sus kilos demás, carne de más, pero parecía carne de primera. Me excité y esperaba lo que tenía que llegar. Me friccioné lo que salía del susto esperando la carne -!que meyo! me dije sintiendo un ligero temblor en el cuerpo-.
Volvió al celular, una pausa en la penumbra y me di cuenta que estaba vestida como cuando llegamos. Yo lubricaba, me agarró el miembro y dijo resignada "estoy al filo" lo sacó, miró y agregó "estoy en el límite". Qué preguntar. Me cambié y salimos. Yo hervía, confundido y arrecho. Toma 200 y cien por quedar así, jodido: ¡eres un buen chico!
Tomó mi celular y grabó su número, sabrás cuando te llame y te veré en el mismo sitio.
Salimos y me llevó a Javier Prado Oeste, me tocó la pierna y más, y se fue. No que era mejor no conocernos? Ta`sta la huevas la tía. Yo puse una caja de chelas y una fuente de jalea con mis patas. Esa noche borracho me corrí soñándola, atrevida y juguetona en la cama.
Qué cosas que pasan, y qué cosas les pasa a la gente. No dejé de pensar antes de escribir ésto. Una experiencia que me había sacado de cuadro aquella mujer que debía tenerlo todo incluyendo un hogar. Qué pieza era yo en esa historia.
Era nuevamente viernes, haciendo tiempo con mi yunta en el Superva, con un par de chelas bien heladas, mirando y remirando la hora en el cel, no esperaba que se me pasara alguna llamada. Y miré al rato, Puta`mare, un mensaje, dice que... "Sal, que paso por la puerta"
Dile a tu papá que conmigo te acostaste. Toma mi tarjeta.
También me dio un sobre grueso.
?Qué? Qué mierda tiene que ver mi viejo con mis puterios?
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Enviado desde mi BlackBerry de Claro.
Fotos de internet D.R